Azotado por la sequía, el río Mississippi se inunda de sal y contaminación

Como todos los días, Ricky Becnel cruza la presa que separa el Mississippi de su vivero de limones y sumerge en el agua su dispositivo electrónico para medir la salinidad del río: “¡Cuatrocientos millonésimo!” Está subiendo, es lo más alto que he visto jamás”.le preocupa la extracción de agua de su finca con un millón de arbustos.

El agua del río se vuelve salada, un grave riesgo para este fruticultor que bombea agua desde el Mississippi. La causa es la sequía que azota todo el Medio Oeste americano: el curso del Mississippi -y su afluente, el Missouri-, el cuarto más largo río del mundo, se ha vuelto tan débil que las aguas saladas del Golfo de México suben a su lecho. En junio cruzaron la desembocadura y ahora se encuentran 90 kilómetros río arriba, justo en la finca, en Belle Chasse (Luisiana). A finales de octubre estoy a sólo 40 kilómetros de Nueva Orleans.

La draga Goetz, cerca de Grafton, Illinois, en octubre de 2023.
Ricky Saxon prueba la salinidad del agua a lo largo del río Mississippi, el 27 de octubre de 2023. Derecha: Una exhibición en la presa Melvin Price en Alton, Illinois. Ricky Saxon prueba la salinidad del agua a lo largo del río Mississippi, el 27 de octubre de 2023. Derecha: Una exhibición en la presa Melvin Price en Alton, Illinois.

La familia de Ricky Becnel reside a orillas del río desde 1850. La finca es una pequeña joya, con limoneros de regadío, protegida de todo contacto humano para evitar enfermedades. Y ahora la sal amenaza con envenenar los cultivos. “Si aumenta otra mitad, mezclaré mi agua con la de la ciudad”explica el emprendedor, que ahorra 1.000 dólares (925 euros) al día extrayendo directamente del río.

Desde su funcionamiento, vemos un petrolero gigante avanzando por el canal del Mississippi mientras una enorme draga trabaja en la margen derecha del río. Es el Cuerpo de Ingenieros del Ejército, el que gestiona las grandes infraestructuras americanas e intenta contener la salinización del río.

La primera alerta llegó a mediados de junio, en la desembocadura, en Venecia, en el extremo sur de Luisiana. La planta de tratamiento de agua local, contaminada por agua de mar, quedó inutilizable y a los residentes se les prohibió consumir agua municipal. El Cuerpo de Ingenieros erigió una presa submarina de 16 metros y dragó el fondo del río (el agua salada más pesada avanza hasta el fondo del lecho del río, que está por debajo del nivel del mar). Fue un fracaso.

Presa submarina elevada

A finales del verano, el agua salada rompió la presa, empujando aguas salinas hacia Belle Chasse. Se desató el pánico: Nueva Orleans amenazaba con ser golpeada antes de finales de octubre. A continuación, los técnicos elevaron la presa submarina otros 7,5 metros, cuidando de dejar un canal para el tráfico marítimo en el centro.

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