Con la esperanza de que el Parlamento israelí, con sede en Jerusalén, haya comenzado a discutir una importante ley de reforma judicial, una multitud ha llegado este sábado a la ciudad por la carretera de Tel Aviv. El objetivo: demostrar que el movimiento de protesta contra el Gobierno de Benjamín Netanyahu encarra muy vivo una clave de voto, incluso entre 30 semanas consecutivas de manifestaciones. La marcha finalizó con multitud de manifestaciones frente al Parlamento y también en diferentes puntos del país que suman hasta 200.000 personas. Mientras, la organización de militares reservistas opuestos a la reforma de los Hermanos de Armas, ha anunciado que uno de cada 10.000 de ellos participará si llega el polémico mensaje de texto.
La caminata comienza en la pasarela de los jóvenes de Tel Aviv, de unos 60 kilómetros, con cientos de personas, como una iniciación más simbólica que masiva, pero que fue sumando kilómetros en el camino. En su última parcela se transforma en un mar de 35.000 que franco, bajo el sol y con banderas nacionales, el puente de Santiago Calatrava que de entrada a Jerusalén. Los participantes se concentrarán en el frente del Parlamento. Una parte acampó en un parque cercano, con la esperanza de votar, temprano para los lunes y que acaparó el foco de la protesta de Tel Aviv en Jerusalén. La Histadrut, la central sindical que apuntan todos por su capacidad para convocar una huelga general, como después de la marcha de marzo, mantendrá una asamblea de emergencia.
El texto, que llegará el domingo a la Kneset ―el Parlamento Nacional― es uno de los más importantes del paquete que dio forma a la reforma judicial que presentó el ministro de Justicia, Yariv Levin, y que mantiene dividido social y políticamente a Israel. La propuesta consiste en privar al Tribunal Supremo de la potestad de anular aquellas decisiones del Gobierno, ministerios o cargos públicos electos ―como los alcaldes― que considere claramente irrazonables.
El Ejecutivo ―una coalición de conservadores, ultranacionalistas y ultraordoxos― consideró que la corte se había arrogado injustamente su herramienta y le otorgó excesivo poder que utiliza con intencionalidad política. Sus defensores la ven, por el contrario, como un contrapeso jurídico necesario en un país sin Constitución y denuncian un intento de laminar los cortapisas al poder ejecutivo similares a los que han experimentado Turquía, Polonia o Hungría.
La Kneset aprobó el documento en primera lectura la semana pasada. Luego, su Comité de Constitución, Ley y Justicia dio luz verde al texto definitivo tras 19 horas de discusión y un intendo fracasó en frenarlo con filibusterismo político: la oposición presentó alrededor de 28.000 enmiendas, que acabaron siendo votadas de madrugada de 20 en 20. s dos últimas lecturas un giorno más tarde.
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En una de las manifestaciones, en la ciudad de Modiín, el líder de la oposición ―el exprimer ministro Yair Lapid (Yesh Atid)― aseguró que el Gobierno sostiene que elige en los próximos días entre “destruirse” o “destruir el ejército, la economía y las relaciones con Est Unidos teens”. El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, aseguró recientemente que no había visto a Netanyahu tan “decidido” a aprobar la ley.
La dinámica del chocque de trenes quería movilizar a los detractores de la reforma judicial. Al final de la semana, volvió a la acción bloqueando el principal aeropuerto del país (Tel Aviv), las estaciones de conducción y de entrenamiento, en paralelo con las múltiples manifestaciones de los sábados, que Han siguió juntando durante décadas de miles de personas, sobre todo en Tel Aviv.
Presiones
El panorama se vio en marzo, cuando Netanyahu se vio obligado a paralizar temporalmente la reforma por una combinación de presiones: manifestaciones masivas, el desmarque público de su ministro de Defensa, Yoav Galant; las críticas al presidente de Estados Unidos, Joe Biden; la filtración de la crisis a la economía ya las Fuerzas Armadas… Gobierno y oposición iniciaron un diálogo, auspiciado por el presidente, Isaac Herzog, que apenas generaba avances, en medio de discordias y reproches mutuos. El mes pasado, una controversia parlamentaria dio la puntilla final a las negociaciones. El mandatario señaló este martes, antes de reunirse en la Casa Blanca con Biden, que la crisis de las reformas ha demostrado que Israel tiene una democracia “sólida y resistente”, ante “situaciones dolorosas, debates acalorados y momentos difíciles”.
Asimismo, en marzo toman el pulso los reservistas del ejército ―institución sacrosanta en el país―, que arrancó este sábado sábado, con el anuncio de unos 10.000 reservistas de distintos cuerpos y unidades que se negarán al uniforme si los diputados hacen la propuesta de ley. En la vispera, más de 1.100 de la Fuerza Aérea comunicaron a los jefes del alcalde de Estado, Herzi Halevi, y de la fuerza aérea, Tomer Bar. El anuncio tiene mayor repercusión que otros similares para abrumar a una clave muy prestigiosa en la superioridad militar del país y fundamental para un posible ataque sorpresa a las instalaciones nucleares iraníes, con lo que Israel persigue desde hace años.
También como entonces, el ministro de Defensa está dividido entre su relevancia para el Ejecutivo (Netanyahu lo mantuvo en el cargo tras anunciar su destitución) y el conocimiento que tiene su alcalde de lo que hace en el Ejército. Así, el viernes hubo una filtración a medios locales cuyo voto se solicitó retirar. Su oficina confirmó que Galant “está tomando medidas para levantar un amplio consenso y garantizar la seguridad del Estado de Israel, dejando a las Fuerzas de Defensa al margen de la discusión política”. Netanyahu pronunció un discurso a la nación en los últimos años en el que no se hicieron anuncios, pero fue consciente de que, “en una democracia, el ejército está subordinado al gobierno, no al subordinado” y calificó de “ilegítima” la “intención de elementos militares” de “dictar políticas gubernamentales en medio de enmiendas”.
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