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Riesgos del uso de smartphones en niños menores de 13 años, según expertos

El diálogo sobre la introducción anticipada de los menores a los smartphones ha ganado un nuevo ímpetu después de la difusión de un amplio estudio que alerta sobre los efectos adversos de emplear estos aparatos antes de los 13 años. La investigación, que analizó información de millones de usuarios globalmente, muestra una evidente conexión entre el uso temprano de teléfonos inteligentes y un deterioro en la salud mental y el bienestar de los jóvenes, particularmente en las niñas.

Riesgos emocionales y cognitivos en el desarrollo infantil

Los resultados del estudio muestran que cuanto más temprano un niño comienza a utilizar un smartphone, mayor es el riesgo de presentar problemas como pensamientos suicidas, baja autoestima, dificultades para regular las emociones y una creciente desconexión con la realidad. Estos efectos no se observan de forma aislada, sino que se intensifican con la exposición continua a redes sociales, interrupciones del sueño, casos de ciberacoso y un deterioro de las relaciones familiares.

En particular, el estudio resalta que el efecto emocional de los teléfonos inteligentes durante la niñez no se restringe a los síntomas conocidos de ansiedad o depresión. Elementos como el control emocional y la conexión con la realidad —menos explorados en análisis anteriores— son igualmente o incluso más importantes en esta fase del crecimiento.

Impactos más allá del hogar: la esfera digital y su regulación

Los expertos involucrados en el análisis hacen un llamado urgente a establecer regulaciones más estrictas que limiten el acceso a smartphones y redes sociales para menores de 13 años. En su opinión, esta no es una decisión que puedan asumir los padres de forma aislada, ya que el entorno digital sigue siendo accesible para los niños incluso si sus familias intentan establecer límites individuales. Por ejemplo, basta con que un compañero de escuela tenga un dispositivo con redes sociales para que el niño quede expuesto a sus efectos, ya sea en el autobús escolar o durante una actividad extracurricular.

Por ello, se plantea la necesidad de una regulación más matizada del ecosistema digital infantil, así como de políticas escolares más estrictas que protejan a los alumnos de una exposición excesiva a la tecnología desde edades tempranas.

El valor de tomar una decisión en conjunto

Una de las sugerencias más sólidas derivadas del estudio es posponer el acceso de los menores a las redes sociales hasta los 16 años. Diferentes estudios coinciden en que la exposición digital en la adolescencia se relaciona con una disminución notable en la satisfacción personal al cabo de un año. Debido a esto, ciertos colectivos de padres han empezado a fomentar acuerdos comunitarios para evitar el uso de teléfonos inteligentes hasta que los jóvenes hayan finalizado, como mínimo, el octavo curso.

Este tipo de acuerdos tiene como objetivo reducir la presión social que enfrentan los menores y evitar que se sientan aislados por no tener acceso a la misma tecnología que sus compañeros. Además, al tratarse de decisiones colectivas, permiten que los padres se apoyen mutuamente y generen un entorno más saludable para sus hijos.

Acciones que pueden tomar los padres si sus hijos ya tienen teléfonos inteligentes

Para los padres que han autorizado a sus hijos menores de 13 años a usar smartphones, los especialistas sugieren no alarmarse, pero sí adoptar acciones específicas. Estar atentos a indicios de ansiedad, aislamiento o variaciones significativas en el estado emocional puede ser un primer paso. Si se considera necesario, acudir a un experto en salud mental es esencial.

También se pueden efectuar modificaciones como restringir las capacidades del aparato, implementar controles parentales, optar por un teléfono más sencillo o desinstalar aplicaciones que causen problemas. Aunque estos ajustes pueden encontrar oposición en los niños, es crucial fomentar un diálogo empático, reconocer sus emociones y explicar las razones detrás de las elecciones.

Un enfoque útil puede ser compartir con los hijos las propias dificultades que los adultos enfrentan al usar los smartphones, como una forma de fomentar la comprensión mutua y generar un diálogo más abierto sobre el impacto de la tecnología.

Crear entornos más seguros desde el hogar y la comunidad

La recomendación más contundente del estudio es clara: evitar el uso de smartphones en menores de 13 años no solo es deseable, sino necesario para proteger su salud mental. Esta decisión, aunque desafiante, puede marcar una diferencia significativa en el bienestar emocional y el desarrollo saludable de los niños.

Hablar con otros padres, fomentar el consenso comunitario y tomar parte activa en las discusiones sobre la regulación del ecosistema digital son medidas tangibles que pueden reforzar el lazo social imprescindible para afrontar este desafío común. En una sociedad cada vez más interconectada, salvaguardar la infancia requiere de una acción firme y deliberada.

Por Eduardo Carmona

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